miércoles, 22 de agosto de 2007

¡ALTO!

La campaña por la asamblea se lanzó, ¡y de qué forma!
Todas y todos los candidatos y candidatas con pompa de ignorancia y demagogia ofrecen “lo que es y lo que no es”, sin tener presente que será el pueblo el que finalmente decidirá, en referendo aprobatorio, si el trabajo de la constituyente se convalida y entra en vigencia o no.

Los candidatos nos bombardean sin cesar con promesas a través de las “franjas” diciendo cosas como: ¡Bajarán los precios de los alimentos!, ¡no habrá más impuestos!, ¡cadena perpetua!, ¡no subirán los arriendos!, produciendo en el pueblo una sensación de cansancio sin igual. De la misma forma el Gobierno no da tregua a la difusión de publicidad con clara carga electoral. Entre tanto el Tribunal Supremo Electoral se lavó las manos en el tema de la publicidad que difunde el régimen.

Contrastando la carga de mentiras con la que están aproximándose los candidatos a los electores, se debe tener claro que la asamblea no puede remediar de un plumazo los males que aquejan nuestro quehacer diario. La asamblea, si llega a funcionar correctamente, será tan solo una brecha para que detrás se construya un camino ancho por el cual se pueda hacer transitar, con transparencia y coherencia, los anhelos comunes tan retrasados.

Según difundió CEDATOS, existe un 89% de rechazo a las propuestas que difunden los tres mil doscientos veintinueve candidatos que compiten por 130 escaños. Hay repudio en la población a una inusitada carga de mensajes con publicidad repetitiva, pesada, engañosa, vacía y sin mensaje. Un bombardeo que confunde e induce a que los números, rostros y nombres “bien posicionados” en la memoria colectiva se beneficien; por ende la “partidocracia”, los caciques locales y el Gobierno tienen ventaja de entrada.

Lo que busca la asamblea, teóricamente, es expedir una nueva Constitución y reorganizar la nación.
La Constitución es un compendio de conceptos a partir de los cuales la legislación secundaria se encargará de organizar el funcionamiento del país y sus componentes. La Constitución en ningún caso debe ser el continente de payasadas politiqueras que no tienen sustento y que más bien luego serán el pretexto de que la Constitución no sirve y que se necesita una nueva.

La Constitución debe ser la guía obligatoria y la legislación secundaria su instrumento de aplicación.
Para contar con una legislación a la altura de las necesidades del país, es fundamental estructurar un poder legislativo que cumpla sus dos misiones fundamentales a cabalidad: legislar con cuidado, paciencia y amor patrios y fiscalizar celosa y conscientemente. Sería de esperar que la asamblea prevea un sistema constitucional en el que se de cabida a un Poder Legislativo a la altura de las necesidades y expectativas nacionales.

Señoras y señores candidatos: hablen con frontalidad al electorado, digan la verdad sobre lo que la asamblea puede y no puede hacer. No ofrezcan lo que no se puede cumplir, pues ello tendrá como consecuencia que el sistema político del que ustedes estarían beneficiándose al ser elegidos se devaluaría aun más.

El retraso organizacional que vive el Ecuador se produce por inexplicables acciones sostenidas a través del tiempo en alarde de irresponsabilidad histórica y deuda moral, protagonizadas por unos actores políticos que están siendo emulados a la perfección por los pretendientes a asambleístas.

Ojala que los productos de la asamblea no se contaminen con los vicios de la vieja práctica política y sus descalificados protagonistas que poco a poco han quitado viabilidad al futuro de un país que merece mejor suerte.

Recordemos finalmente que, mas allá del funcionamiento y resultados de la asamblea, el pueblo será el que apruebe o no el accionar de dicho cuerpo colegiado en el referéndum aprobatorio, luego la asamblea debe andar con mucho tino en sus actuaciones pues las acciones contrarias a los intereses convenientes para el país pronto quedarán desnudadas.