lunes, 14 de febrero de 2011

INSEGURIDAD

Hoy como nunca duele la inseguridad y duele muy cerca: ¿Quién de nosotros no tiene un pariente, amigo o al menos un conocido que no haya sido víctima de la delincuencia?

El gobierno anuncia con singular desatino que los índices delincuenciales han bajado, al mismo tiempo que en innumerables sectores del país millares de víctimas lloran desamparadas sus desgracias. Tal vez se trata de un nuevo concepto revolucionario: consolar el alma despedazada con estadísticas…

La inseguridad ha rebasado las capacidades de un aparataje que no está a la altura de la situación actual. Si a esto sumamos las actitudes políticas, se ve que hay protección para unos pocos y no para la mayoría de la población.

Por ejemplo, hace un par de años robaron el carro del hermano del presidente de la República y en tres horas el carro estuvo a buen recaudo y los malhechores aprehendidos. Sin comentarios…

Duele la incapacidad para explicar nada. Los asuntos que destrozan a una familia quedan en el parte policial, acaso en la indagación previa, porque del proceso de investigación no se puede esperar nada: cuatro por ciento de crímenes resueltos anuncian estudios del propio gobierno. Como diría Jorge Piedra Cardoso: CSI en ecuatoriano es Crimen Sin Investigar.

Sostenemos que la policía debe ser una institución de honor, bien remunerada, digna, con recursos y procedimientos científicos. Que su trabajo sirva de orientación certera para una Función Judicial, asimismo bien pagada, profesional y despolitizada.

El gobierno actual debe entender que el estado de cosas no se soluciona con una consulta política que, como las demás, busca una cortina de humo al desastre que viene gestando la administración irresponsable de los “iluminados”.

El refuerzo de la institucionalidad debe ser permanente comportamiento de los administradores de turno del Estado para evitar el caos. Poder contar con una verdadera estructura de Nación, que no dependa del humor ni de las genialidades de los administradores temporales.

Desde hace cuatro años se nos embute la idea que hay una sola persona que nos puede salvar de todo. Que lo mejor es abandonarnos y que dejemos que él meta sus manos en donde sea, pues su estadio mental superior así lo garantiza: ¡gran falacia a la luz de los hechos!

La responsabilidad política de la inseguridad debe ser asumida por el gobierno, pues desde hace cuatro años la gran mayoría de sus actos de acción y de omisión han originado esta realidad insoportable.