martes, 5 de junio de 2007

Demás.-

La cantidad e intensidad de acontecimientos alrededor de los que se desenvuelve la cotidianidad del Ecuador, sobre todo de aquellos que apuntalan a la inseguridad jurídica, que azuzan la falta de vocación de paz y en general de todo lo que abona al caos, desborda la capacidad de entendimiento y tolerancia del ciudadano medianamente informado.

¡Que cansancio!: Cada día hay un nuevo frente, un nuevo escándalo, montones de noticias malas, y cosa tras cosa, por lo demás difundidas ampliamente, sacuden y duro a todos los componentes de nuestra sociedad, de manera que la paz social se ve cada día más amenazada gracias al caldeo perenne del ánimo colectivo.

Los políticos, en especial los congresistas, con su sobra de politiquería, su falta de visión de futuro y ceguera de país, han logrado que la realidad actual sea una ocasión en la que el Presidente, aprovechando su popularidad y canalizando hábilmente sobre sí la esperanza de cambio, tenga una herramienta de poder inédita: abrir frentes a diestra y siniestra, sin que haya consecuencias políticas ni sociales, salvo unas pocas que el propio Régimen se encarga de desacreditar o de hacer olvidar abriendo otro frente.

Es obvio que el accionar gubernamental se evidencia más allá de los límites institucionales del Poder Ejecutivo y que su injerencia y control se muestran sin problemas en el Tribunal Supremo Electoral, Congreso Nacional, Tribunal Constitucional. Esto sin contar con aquellos estamentos en donde por su naturaleza el Ejecutivo tiene representantes: Junta Bancaria, Comisión de Valores, entre otros.

Todos cifran sus esperanzas en los resultados de la asamblea, sin embargo hay que reflexionar sobre que la misma y sus integrantes no tendrán, ni de lejos, una varita mágica para poner orden en el alboroto generalizado al que todos contribuyen con acciones, comentarios y omisiones.

Se apuesta indiscriminadamente al “borrón y cuenta nueva”, sin tener en cuenta que en el camino a la asamblea se van dejando demasiadas cosas revueltas: la tributación, la economía, el futuro monetario, la seguridad interna, la libertad de opinión etc. Es decir un camino de irresponsabilidades que no sabemos cómo será manejado, resuelto, amainado y encaminado.

¡Cambiemos de moneda!, ¡Periodista famoso a la asamblea!, ¡Estaticemos todo!, ¡Abajo los altos intereses!, ¡No mas donaciones a los gobiernos locales!, ¡Prensa corrupta!, ¡Gobernante deslenguado!, entre otros son los temas “de moda” que nos tienen inmersos en unas discusiones que, con una insoportable carga ideológica se alejan del tratamiento responsable de cruciales asuntos que, manejándolos en base a principios deberían marcar la ruta para cambiar de una vez a esta nación tan querida y que tanto lo necesita.

Entre tanto el relajo y por ende la zozobra, están demás.

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