domingo, 5 de agosto de 2007

¿De quién dijo?

Que “…la patria ya es de todos…” no es cierto, pero quien sabe si esta mentira, repetida tantas veces en los continuos spots del régimen transmitidos por radio y televisión, convence a algunos o muchos ciudadan@s y lo llegan a creer...

La economía, que debería ser un instrumento de progreso, está al garete merced a la absurda demagogia con la maneja el Gobierno. Bajo esta perspectiva lo más probable es que la ruina sea de todos. Llamemos la atención del Presidente que elegimos, cuando se tiene, en apenas un semestre de haber asumido el poder, déficit en la balanza comercial y falta de fondos en la caja fiscal para atender incluso compromisos de campaña. El futuro no es de todos, la zozobra ya es de todos…

La paz social, base del progreso de los pueblos, se ha trastocado grandemente gracias al estilo pendenciero del señor Presidente, quien con ironía y provocaciones, ha llenado de calificativos a quienes no piensan como él; además, ha abierto un frente innecesario con la prensa nacional atacándola constante y lo que es peor conscientemente. Luego, el insulto no es de todos, es del Presidente.

La descentralización, motor del fortalecimiento de los gobiernos de cercanía, también cayó en la mira del señor Presidente. El Gobierno al concentrar poder y, crear el “virreinato” costeño, además de buscar pendencia con el alcalde de Guayaquil, hace presente un afán concentrador y controlador inexplicable en los tiempos que corren.

Al concentrar poder se resta importancia a la esencia del buen gobierno, es decir a aquel que el ciudadano siente y con el que interactúa. Al parecer el régimen vive un salto hacia el pasado de la izquierda política, proponiendo una administración a la que se le siente en la propaganda y otros actos que no dejan más que esperanzas rotas, dudas y decepción.

La palabra, fundamento de credibilidad del primer empleado público del país, se ha devaluado gravemente. Escuchábamos al candidato Correa declarando en octubre de 2006 a su amigo Freddy Ehlers: “…Estamos jugando con el futuro del Ecuador, mucho más valioso es un tiburón en las costas de Galápagos que en la sopa de un japonés…”

A la vuelta de poco tiempo el candidato se convierte en Presidente, emite el decreto 486 y hace exactamente lo contrario añadiendo cosas que desnudan su violencia y la mediocridad de sus acólitos. Correa se deshace en denuestos en contra de un ecologista estadounidense casado con una compatriota que ha osado defender nuestra naturaleza y anuncia estrepitosamente que su infalible majestad lo expulsa del país y todos los verdemares compadres del gobierno se quedan criminalmente callados al igual que los chulos de los derechos humanos ahora que sienten las “delicias” del poder.

¡El silencio cómplice de estos mercenarios de la ideología es insoportable!

Luego, la mentira no es de todos, es del Presidente, lo cual es gravísimo, ya que, teniendo la dignidad que ostenta, no pude darse el lujo de caer en continuas contradicciones ya que el viejo refrán lo dice clarísimo: “En boca del mentiroso, lo verdadero se hace dudoso”.

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