jueves, 3 de mayo de 2007

¿Viene?: ¡Vamos!

La asamblea viene y hay que prepararse de la manera más coherente para que el producto de la misma no sea motivo de quejas, problemas y desajustes a corto plazo, al fin y al cabo debemos tener una nueva y buena Constitución, no un mero plan coyuntural.

Para ello, debemos partir de principios fundamentales y se debe evitar la ideologización de la asamblea, pues la ideologización excluye, reduce y fanatiza. Evitemos pues la ideologización de la Constitución resultante y basémosla en justicia, sentido común y compromiso.

Antes que todo debemos tener conciencia de que somos humanos y que nuestras actividades están por y para las personas y no al revés: ese es el ánimo con el que debemos acudir los habitantes del Ecuador a sentar las bases del porvenir traducidas en la nueva Constitución.

En la nueva Constitución no debemos apuntar a la “sana mediocridad” de “no te metas conmigo, que yo no lo haré contigo”, no. Justamente porque un nuevo ordenamiento exige un compromiso a largo plazo, para que nuestros hijos y nietos no se encuentren con problemas que resolver, sino con bases serias y duraderas sobre las que puedan trabajar en paz.

Expresar en la asamblea el relativismo, es decir hacer lo que me parece solamente, sin abrirme, sin intervenir en contra de la mediocridad produce agresividad, misma que para detonarla basta una mínima chispa, lo cual no conviene ni ahora ni nunca.
Romper la mediocridad superando nuestras propias limitaciones con valentía, sin caer en sub culturas acomodaticias que van con el flujo social, con la moda, con la forma y no con el fondo.

En la asamblea no busquemos la mera norma, sino el absoluto. La norma puede ser abstracta, el absoluto no lo es porque no se basa en circunstancias sino en la vida misma. Desde la finitud de la vida humana pensar que podemos proyectarnos al infinito, sin tener posturas “descafeinadas” ni “light”, verdadero compromiso humano, con lo duro que puede ser asumirlo y sobre todo vivirlo.

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