viernes, 27 de abril de 2007

Galimatías.-

Tal vez suena a rebuscada esta palabra, pero en los dos sentidos que sobre ella da el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española se resume la situación nacional:

1. Lenguaje oscuro por la impropiedad de la frase o por la confusión de las ideas
2. Confusión, desorden, lío.

Lenguaje oscuro y confusión de ideas sigue existiendo en algunos protagonistas de la vida pública que se empeñan en seguir hablando “en difícil”; y, lo que es peor: actuando “en difícil”, acaso en “indescifrable”, sin que ello contribuya a dar luces sobre la resolución de graves problemas que sentimos y vivimos.

El segundo significado no puede ser más claro; y es que no hay, no puede haber paz y bases sólidas para el progreso, cuando la nación está en medio de un caos que, además, cada día abarca más ámbitos.

No se puede culpar al actual Gobierno de que la situación se encuentre así, pues buena parte de los antecedentes que han detonado lo que al momento vivimos son heredados. Tampoco se puede desconocer la escalada de tensiones con que aporta el Gobierno.

Es absolutamente desacertado, según los analistas más ortodoxos, haber abierto, desde el Poder Ejecutivo, tantos frentes de una sola vez. Asimismo es necesario reconocer que son frentes que han estado olvidados por mucho tiempo y que reclamaban acciones, incluso duras.

Bien sabidas son las frases: “qué dirán las autoridades”, “a las autoridades les toca actuar” “está en manos de las autoridades”. Lo gracioso es que cuando están actuando las invocadas y anteriormente ausentes autoridades, se arma la de San Quintín, y es que había y sigue habiendo tantos asuntos pendientes para “las autoridades”.

El acierto o desacierto de los actos de autoridad también contribuye, o no, al galimatías. Así como se reconocen buenas actuaciones, se tiene que ser honesto y firme en señalar (y desde el Gobierno reconocer) aquellas que no lo son, sobre todo si están cargadas de irritabilidad y vislumbres de autoritarismo.

Hacer uso de la popularidad del Ejecutivo y de la necesidad de salidas a los diferentes problemas sentidos por el pueblo está bien desde lo político, mientras dure.

Lo que no está bien es no dar solución definitiva a asuntos concretos que se anuncian con revuelo y mas bien dar lugar a nuevas situaciones problemáticas que aparecen con inusitada intensidad y frecuencia.

Corrijamos y depongamos posiciones, este es nuestro país y el de nuestros hijos.

Paremos el galimatías.

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